martes, 22 de mayo de 2007

(9) Qué triste

Qué triste que tenga que ser yo quien haga mis propios comentarios de texto, pero a veces la vida es así... Digo esto porque después de que varias personas leyeran mi poesía de Boquerones... (ver más abajo), he llegado a la conclusión de que definitivamente, mis versos son más crípticos de lo que me parecía en el avanzado estado de embriaguez en el que me hallaba cuando los escribí...
Vamos a ver... "alfabéticos escualos"= infancia; "ramiros de presumir"= edad del pavo, "aristas de plenilunio"=adolescencia... "y otro hemistiquio sin ti" es que aún después de haber pasado por esas tres fases tan convulsas, que son media vida, sigo, en la otra media, esperando a esa persona que bien podría ser un amor ideal, perfecto, perteneciente al mundo de las ideas de Platón... ¿? Diablos, soy un freak.
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Como sospecho que con esta breve explicación pocos (o nadie) se hayan enterado bien, añado la versión extendida o el montaje del director:
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El alfabeto es de lo primero que se aprende en la vida, fundamental para plasmar por escrito los propios pensamientos y/o sentimientos, así como para entender los de otros bla bla blá, bla bla blá. El escualo es la cría del tiburón, que ya nace con ganas de comerse el mundo. Los ramiros son los carneros (mira en el diccionario si no me crees), que con gran presuntuosidad lucen esas hermosas y fuertes cornamenteas con las que pujan por conseguir el amor de una dama (o de todas las del monte); las aristas de plenilunio son las propias asperezas, que uno acaba limando con el paso de los años, que al final de nuestros días, con la vejez, son completamente, o casi, romas, como los montes de Toledo. Pero como hablamos de aristas y no de redondeces, dichas angulosidades (si se me permite el palabro) aún están ahí, luego uno es aún joven y tiene las hormonas desatadas, y fluye con ardor su sangre por las venas, aspirando a lo más alto, siendo en ocasiones esclavo de sus pasiones, como la marea lo es de las fases de la Luna...
Quizá no me haya explicado bien. Quícir, que creo en un amor que quizá no exista, que quizá existió en el pasado, que vivió en alguna parte, en algún lugar, mucho antes de mi nacimiento, o que quizá, véte tú a saber, un día me crucé, y por cobardía...
Y ahora es cuando me echo a llorar y suenan los violines pesarosos
...dejé marchar para sie
mpre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que triste que no sigas con tu blog